Queridos hermanos y hermanas:
Nos fijamos hoy en el artículo del credo que dice: «Creo en un solo bautismo,
para el perdón de los pecados». El bautismo es la puerta de la fe y la fuente de
la vida cristiana, de nuestra relación de hijos con Dios y con los hermanos, así
como el punto de partida de un camino de conversión que dura toda la vida. Este
sacramento constituye una verdadera inmersión en la muerte de Cristo para
resurgir con él a una nueva vida. Es un baño de regeneración por el agua y el
Espíritu y que nos ilumina con la gracia de Cristo, para que seamos también luz
para los demás. En el bautismo la misericordia de Dios interviene de modo
poderoso para salvarnos y perdonarnos los pecados, abriéndonos las puertas a una
nueva vida. Sin embargo, no disminuye nuestra responsabilidad y nuestro esfuerzo
en luchar cada día contra los impulsos del mal y la acción de Satanás, que están
siempre al acecho. Hermanos, ¿somos conscientes de que el bautismo es la fuente
de nuestra relación con Dios? ¿Se trata de una realidad viva para nosotros?
¿Reflexionamos a menudo sobre este don que hemos recibido, esta unión profunda
con Jesús que ha dado su vida por mí? ¿Confío en el amor de Cristo que habita en
lo más hondo de mi ser?
No hay comentarios:
Publicar un comentario