En este domingo XXXI del Tiempo Ordinario, el Señor en el Evangelio sale al encuentro de Zaqueo y
quiere hospedarse en su casa. Recordemos quién era Zaqueo: un cobrador de
impuestos que estafaba y robaba a la gente. Zaqueo sabía que el Señor iba a
pasar y quería verlo porque tenía
necesidad de Él, quería curarse,
limpiarse. Y sabía que el Señor iba a tener misericordia de él, porque el Señor
ha venido a sanar los corazones, a limpiarnos. ¿Cómo podemos traducir esto a
nuestra vida? ¿Nosotros tenemos
necesidad de Dios? ¿Cómo son nuestros
encuentros con el Señor? ¿De qué me tengo que convertir? Tenemos necesidad de
Dios en nuestra vida y necesitamos de Dios porque sin Él no somos nada, sin Él
no podemos caminar, no podemos vivir. ¿Qué estoy necesitando de Dios? El
encuentro con el Señor. Cristo sale a nuestro encuentro, quiere vernos, quiere
hacerse el encontradizo contigo, a pesar de cómo eres, de tus miserias y
pecados, quiere verte. ¿Cómo son tus encuentros con el Señor? ¿Qué tiempo le dedicas? ¿De qué me tengo que
convertir? Solo tú y Dios lo saben, necesitamos humildad para reconocerlo y
comenzar a caminar. El Señor quiere curarnos, quiere sanarnos. A pesar de
nuestros pecados solo podemos decir: Señor no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.
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