domingo, 10 de noviembre de 2013

DIOS DE VIVOS

El Evangelio de este Domingo XVII del Tiempo Ordinario es uno de los pasajes evangélicos en los que se aprecia con más claridad y contundencia la falacia, burla y hasta chanza, empleados por los opositores de Jesús para rebatirle. Le nombran a una mujer, repetidamente viuda y sus siete maridos. Nos llama la atención la serenidad del hijo de Dios. No se altera lo mas mínimo ante estos hombres que, con sus citas de Moisés en mano, pretenden atraparle. Jesús, sabiduría del Padre, no se altera ante su necedad, y, porque les ama – nos ama con nuestras tonterías-, les responde con una palabra de vida: Dios es un Dios vivo y no de muertos. Esto es – podría seguir diciendo- lo que vosotros proclamáis, un día sí y otro también, en el templo citando a Moisés a quien me acabáis de nombrar. Les está remitiendo a las palabras que oyó el libertador de Israel de parte del mismo Dios cuando le hablo en la zarza ardiente. Palabra que testifican que los Patriarcas de Israel estaban vivos: Yo soy el Dios de tu Padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.

Señor, tú que me pusiste y conoces mi nombre, ¿me añadirás un día a la lista de los vivos, al igual que Abrahán, Isaac y Jacob?

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